miércoles, 4 de marzo de 2015

grandes esperanzas


¿qué espero ya de la vida?

en realidad no gran cosa

que no me caiga un puto cáncer, digamos
en el transcurso de los diez o doce próximos años

poder seguir teniendo alguna esporádica erección
y al masturbarme todavía arrojar un puto chorro aunque sea
de meados

encontrar un último amor y, suponiendo que esto ocurra
no parecer demasiado patético cuando tenga que
decirle a la afortunada "eres hermosa como la mariposa que vuela de
rosa en rosa, tu sonrisa es el sol que ilumina mi vida" y
de pronto caiga en la cuenta de que la tipa tiene
una verruga con pelos en la barbilla y los dientes torcidos

encontrar un último amor y tener quizá la suerte
de que no le apeste demasiado la boca ni tenga
las piernas tachonadas de celulitis y las tetas no le lleguen
al ombligo y el coño todavía le apriete lo suficiente para no
sentir que estoy follándome al aire cuando me la coja

encontrar un último amor y poder creerle cuando me asegure
que me ama como nunca antes amó a ningún otro hombre
y que la noche primera en que me la encontré parada debajo
de aquel farol en aquella esquina a las 3 a.m
vestida como una puta y apestando a alcohol
fue la primera vez en sus cuarenta y muchos años de vida
que probaba un método alternativo para obtener dinero
desesperada al encontrar que su sueldo limpiando baños en el macdonalds
no alcanzándole ya siquiera para comprarse una puta big mac
mucho menos le alcanzaría para mantener a los 4 de
sus 7 hijos que aún vivían con ella
(mentira, claro, la limpia baños sería una de sus primas)

encontrar un último amor y si acaso no fuera
precisamente una belleza y además le apestara la boca
y tuviera las tetas caídas y una cierta proclividad a empinar el codo
y a largarse luego a la calle borracha y ligera de ropa y subirse
al carro de cualquiera y desaparecerse por días para una vez
reaparecida negarse a follar conmigo pretextando que
"no eres más que un puto huevón mantenido que sólo me quiere
porque le invito la cerveza y le aflojo el jodido culo sin cobrarle por
echar un palo"...

y si acaso, digo, no fuera éste ya postrero amor
precisamente aquel que un conmovido poeta elegiría
padecer para inspirarse en él y así escribir hermosos poemas románticos,
poder mantener, pese a todo, intacta la sagrada llama
del aliento poético y seguir escribiendo
siquiera algún triste poema de tarde en tarde y hasta tanto el
alzheimer o alguna otra mierda degenerativa de esas no
me lleve por fin a recorrer -ya
totalmente achacoso, senil y trastornado-

el último tramo del jodido camino al agujero






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